miércoles, 4 de junio de 2008

Bebidas inteligentes, y algunos bebedores que no lo son tanto

Siguiendo en la onda de la reflexión profunda (ver título de este blog) he llegado a la conclusión muy personal de que existen bebidas simplemente anodinas, bebidas francamente embrutecedoras, bebidas inteligentes y por qué nó, bebidas de espíritu reflexivo. 
Entre las primeras coloco sin dudarlo al whisky y al vodka, tan anodinas éstas como sus inventores ingleses y alemanes, pues son bebidas cuyo mayor y casi único mérito radica en  mandar con suma facilidad las neuronas a la cama, simplemente apaga la luz y vámonos. 
Entre las embrutecedoras que duda cabe está la cerveza que te manda balbuceante y embuchado directo a hacer amigos al urinario, y el ron, bebida típica de antro pirata, cuchillo y burdel caribe, y que es capaz, traidora, de sacar de las entrañas de un monje cartujo el diablo que nunca imaginó llevar adentro.
Ah! pero entre las inteligentes, está la reina de todas ellas, el coñac. Recuerdo con nostalgia aquella época en que trabajaba para Martell y el coñac era gratis y la inseguridad hacía que nos refugiaramos los fines de semana en casa de algún cuate, y después de una opípara cena de gastronomía casi siempre ibérica, y ya a la postre de varias aburridas manos de Romy (que gueva) abríamos solemnemente un frasco de V.S.O.P o de Cordon Blue, era de verse entonces como, ya mediada la botella, comenzabamos con pasión y mente preclara a objetar sin empacho, con desparpajo sin igual y con los mas extraordinarios argumentos, desde la teoría de la relatividad hasta las propuestas evolucionistas de Darwin, pasando por el mito del nacionalismo vasco o la mamonería proverbial de los catalanes, y sus pretensiones de franceses de segunda clase, disquisiciones éstas que en esas tertulias alcanzaban simas de alturas inimaginables.  
Si bien a la mañana siguiente nos levantábamos mentándole la madre y toda la parentela a Einstein y a Darwin, y a los vascos y a los catalanes, la experiencia intelectual de la noche anterior proporcionada por la ingesta generosa  del bendito coñac bien valía tal resaca bíblica. Lo dicho, inteligente por excelencia.
Y finalmente yo situaría al tequila dentro de las bebidas que propician la reflexión, o por lo menos es la que yo uso a menudo para reflexionar con calma, patriotica y sesudamente.
Reconozco que su origen y nacimiento, folclórico y bronco, en las barras cantineras, entre borrachos, machos muy machos, y pistolas y matones, le confiere una imagen mas bien alejada del tema reflexivo, pero en su descargo puedo asegurarles que mas que a su naturaleza noble y leal, está imagen corresponde a la iconografía legendaria del cine mexicano de los años cincuenta. 
Un buen Herradura Blanco, por el contrario, de lejos el mejor y mas auténtico tequila de México, degustado a largos sorbos, acompañado de un buen puro dominicano, en una tibia tarde de Mayo, y en una apacible terraza de alguna parte de Ciudad de México, produce efectos notorios de rara y profunda introspección, casi rayano en lo sublime de un mantra budista. De ahí mi convencimiento de su naturaleza basicamente reflexiva, nada que ver con la injusticia que le cometen esos salvajes que la toman en shots como energúmenos, o aquellos otros "sofisticados" que también la agreden tanto en su ser como en su gentilicio cuando van muy circunspectos y te dicen orondos, ¿Probaste tal o cual tequila añejo? Está buenísimo guey, parece coñac. Se me sube la bilis, que nó señor mio, que si ud quiere beber coñac pues los hay buenísimos, magníficos, y carísimos, que ud por el contrario está tomando tequila, y que eso del añejamiento es cosa de rones, brandys, coñacs y amanerados, que el veradero tequila, la joya y el orgullo de México, es por el contrario joven, viril, algo revoltoso y pendenciero, con personalidad romántica de charro enamorado y dado al escarceo y por que nó, a la meditación y a la ensoñación, que lo demás es marketing, simple mamonería y trasculturización galopante, que se lo digo yó, que se algo de esto.
Por cierto que hablando de marketing, he recordado a estas alturas que este blog es sobre Publicidad, joder se me fué el tranvía, pues bien será para la próxima.

Nota: Todo con medida, evite el exceso 
  

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